En la anorexia nerviosa existe un
afán obsesivo por bajar de peso, y en la medida en que esta conducta sea
exitosa, no es vista como problemática. La gente con anorexia nerviosa tienden
a observar su pérdida de peso como un logro, más que como una aflicción, por lo
que tienen una motivación limitada al cambio. Al inicio de la enfermedad, las
personas con anorexia tienen muy poca conciencia de esta, y en muchos casos la
familia tampoco reconoce los síntomas.
La anorexia nerviosa se presenta
por lo general acompañada de síntomas psiquiátricos y de conducta, como son aislamiento,
depresión, ansiedad, conducta obsesiva, irritabilidad, labilidad afectiva,
problemas en la concentración, tendencia al perfeccionismo, estilos rígidos de
pensamiento y desinterés sexual.
Una vez que
se tiene el diagnóstico de este trastorno de la conducta alimentaria, el tipo de
tratamiento que se escoge es de acuerdo
a las características de cada caso. Se recomienda un plan de tratamiento
global, que incluya el ingreso hospitalario siempre que haga falta,
psicoterapia tanto individual y familiar y siendo como primer objetivo la
rehabilitación nutricional por medio de un tratamiento nutricio.
ATENCIÓN MULTIDISCIPLINARIA
El equipo de salud que atiende los trastornos de la
conducta alimentaria debe estar conformado por un médico psiquiatra, un psicólogo,
una enfermera, un nutriólogo y, cuando así se requiera, un médico
gastroenterólogo.
La
integración de toda la familia, así como la capacitación de sus integrantes es básico
para obtener el éxito. Si los demás miembros de la familia no reciben
orientación conductual y de patrones
nutricios, el familiar afectado puede intensificar su cuadro o recaer en el
mismo.
OBJETIVO NUTRICIONAL DE LA ANOREXIA NERVIOSA
-Recuperar de
manera lenta y constante la masa corporal y la funcionalidad biológica a través
de un régimen sano y consensuado por el individuo con anorexia nerviosa.-Conseguir un peso mínimo saludable: IMC de 18 o bien 85 al 90% del peso ideal.
- Reiniciar el crecimiento y desarrollo físico en los adolescentes.
-Prevenir la hipokalemia, anemia e hipoalbuminemia, así como déficit de calcio y aparición de osteopenia.
-Ayudar a reorganizar la conducta alimentaria.
-Iniciar una labor educativa nutricional.
-Disipar la preocupación por el peso y la comida.
-No forzar la alimentación. En lugar de ello, promover un comportamiento de alimentación normal.
-Obtener los antecedentes dietéticos para valorar la presencia de vómito, y uso de diuréticos o laxantes.
-Promover la psicoterapia adecuada.
-Si la dieta
se suministra por vía oral o enteral, debe usarse como punto de partida las
kcal del consumo actual y un incremento modesto de la misma. Se considera razonable
una cifra inicial de 30 kcal/kg de peso al día para el inicio, y de 40 kcal/kg de peso al día para el mantenimiento, dando de
1 a 1.5 gramos de proteína por kilogramo de peso.
-Servir
comidas atractivas y apetitosas en pequeñas cantidades, con observación de las
preferencias. Son útiles las comidas pequeñas y frecuentes. Favorecer la
variedad.
-Limitar los
alimentos voluminosos durante las etapas iniciales del tratamiento; es probable
que la intolerancia gastrointestinal persista mucho tiempo.
-Algunas
veces es conveniente evitar la cafeína por su efecto estimulante y diurético.
-Ayudar al
sujeto a reanudar los hábitos de alimentación normales.
-Tal vez se
necesite un complemento de vitaminas y minerales para reponer zinc y otros nutrimentos.
BIBLIOGRAFIA
Guía clínica
para los trastornos de la conducta alimentaria, Claudia Unikel Santoncini y A
Alejandro caballero Romo, Instituto Nacional de Psiquiatría Román de la Fuente
Muñiz, 2010,
Tratado de
Nutrición, Tomo IV Nutrición Clínica, Ángel Gil, 2da Edición.
Nutrición, diagnóstico
y tratamiento, Sylvia Escott – Stump, 7.a edición, editorial
Lippincott, 2012